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lunes, 17 de mayo de 2010

Niñez... seguimos con Moffat


NIÑEZ
La vida empieza con un episodio bastante traumático, el parto, que es el año cero. Allí empieza una historia humana, que en realidad no comenzó en el parto, sino nueve meses antes, en la concepción. Cuando la pareja queda embarazada, ambos piensan qué destino va a tener ese ser, al nacer ya hay sobre el bebé una expectativa, que después se le hace saber: “vas a ser como tu padre”, o “como tu madre”, “un campeón”, “un fracasado como tu abuela”. Ese guión puede ser negativo o positivo, si se le dice “no servís para nada”, con ese mandato se está fabricando un depresivo o un minusválido.
El parto es un momento muy conmocionante, el bebé debe atravesar el canal de parto, después se le corta el cordón y ya se separa de esa especie de cápsula espacial que es el vientre materno.
Cuando estábamos ahí, no teníamos que preocuparnos por comer o respirar. Empezamos con un grito, al salir, que nos instala en el mundo, y seguimos con la dependencia simbiótica del pecho materno.

Luego, alrededor del primer año, suceden tres hechos fundamentales: el destete, que genera la primera sensación de pérdida, el primer duelo. Después sucede algo que es muy importante: el bebé deja de ser una tortuga dada vuelta y camina (con mi segunda nieta, cuando se largó a caminar, pude percibir la alegría que sienten al recorrer y conquistar el espacio). En ese momento comienza la exploración del mundo. La curiosidad infantil es muy importante, si en esa etapa le prohíben investigar, se inhibe su capacidad de curiosidad exploratoria, muy necesaria luego. Y el tercer momento fundamental, es cuando adquiere la posibilidad de la comunicación simbólica, los padres lo incorporan al mundo de las palabras, o sea de los humanos.
Con el aprendizaje de la palabra va a superar el encierro de la conciencia, la separatidad original de la mente.
Son tres cosas muy importantes: con el destete aprendemos a despedirnos, al caminar empezamos a investigar el mundo, y haciendo sonidos, los fonemas del lenguaje, aprendemos a comunicarnos.
Todo esto ocurre después del año, y alrededor de los tres años pasamos de bebé a niño. Paso a paso se van adquiriendo más experiencias, más palabras, con lo cuál se enriquece la vinculación con el mundo.

El camino que esa persona va a recorrer está propuesto desde antes del nacimiento, es inevitable que los padres proyecten en el hijo, creen que lo que a ellos les gustó, le va a gustar al hijo también, hay una proyección de frustraciones y de goces.
Todo esto le da al niño un argumento, un primer guión de vida, que no es genético, sino comunicacional.
Le van induciendo cosas, un padre violento le va a proyectar miedo, una madre demasiado cuidadosa le va a hacer sentir que el mundo es peligroso.

Hay una primera etapa donde se da el argumento de vida. Cada uno de nosotros lo tiene y es un sentimiento de hacia dónde vamos y qué queremos ser.
Los abuelos son también figuras muy importantes. A veces, en la psicopatología o en la terapia, no se explica una fobia de un paciente por la historia que tuvo, ni siquiera por la historia de la madre, pero resulta que en el abuelo está la clave. A él no le pasó nada, a la madre tampoco, pero al abuelo le pasó algo terrible, a veces hay que buscar en dos generaciones para poder ayudar a la persona.
La gente que venía de la guerra, tenía traumatismos que explotaban, no en la generación más próxima, sino recién en la siguiente. La primera generación tenía que conquistar el país, y no tenía tiempo para elaborar el traumatismo, entonces pasaban el paquete de escenas traumáticas, sin abrir, a la siguiente generación, y le llegaba al nene con el mensaje: "esto te lo manda tu abuelo". Cuando abría el paquete salía un monstruo y se lo quería comer.

Cada etapa de la vida tiene una tarea. En la infancia se aprenden el juego y la creatividad, por eso los chicos que no jugaron lo suficiente tienen problemas de adaptación. Si no conservan la habilidad de jugar, no van a poder resolver luego los problemas de la vida. El mundo del niño es virtual, tiene amigos y lugares imaginarios, en él se ensayan los roles y las tareas que luego tendrán que cumplir.
La escuela genera la primera gran separación de la familia, el primer paso de la exogamia, y además tiene que dejar el rol de hijo para asumir el de alumno. Es el primer rol que no es familiar sino institucional, luego vendrá el de ciudadano, colectivero, albañil, maestro, etc., que lo incluye en el mundo social.
El niño tiene una manera de ver el mundo que está encuadrada en el juego, la realidad no es tan contundente o tan firme, porque de la realidad se ocupan los padres. Ellos no tienen esa realidad exigente que nos hace estar atentos a la sobrevivencia económica o a los peligros. Los chicos están en el mundo del "como si", del juego, son psicodramatistas, pueden retirarse de la realidad porque tienen a los padres que los contienen.
Juegan distintas realidades, ensayan la vida.
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